dilluns, 28 d’octubre del 2013

Las heroínas del waterpolo: olvidadas campeonas del mundo

Seis horas diarias en el agua, entrenamientos nocturnos... La vida de las campeonas del Mundo de Waterpolo no cambia por muchas medallas que ganen. Algunas se tendrán que retirar para poder sobrevivir

Cuando las selecciones masculinas de fútbol y de baloncesto han conseguido éxitos internacionales, el revuelo mediático duró varios meses. Los jugadores vieron como la prensa seguía muy pendiente de ellos en sus primeros entrenamientos con sus respectivos clubes. Sin embargo, algo más de un mes y medio después del Campeonato del Mundo de Natación, las chicas del waterpolo han empezado a preparar la nueva temporada sin que la vida les haya cambiado tanto, sumidas en el más ignominioso anonimato.
Sus entrenamientos, mucho más duros que los de otros deportistas con cuentas corrientes kilométricas, no tendrán mayor repercusión hasta 2016, cuando nos volvamos a acordar de ellas por los Juegos Olímpicos. Con todo esto, ellas seguirán trabajando con la misma ilusión, pese a que el waterpolo no les dé para vivir en la gran mayoría de los casos.
Continuarán con su rutina habitual, que en el equipo de referencia en Europa, el Club Natació Sabadell, les lleva a entrenar seis horas diarias en doble sesión, para jugar un día y entrenar otro. Mientras tanto, otros equipos importantes de la competición se tienen que conformar para entrenar solo por las noches, cuando les dejan. Las chicas tampoco se encontrarán pabellones a reventar porque la superioridad del club de Anna Espar, Laura Ester, Mari Carmen García Godoy, Matilde Ortiz, Jennifer Pareja y Pilar Peña hace que la División de Honor sea poco atractiva para el público.
En el momento en el que su plenitud llega, la situación les obliga a abandonar
Los aficionados volverán a amontonarse solo en las grandes citas como la Copa de la Reina o en la Final Four, o fases finales, de las máximas competiciones continentales que se han organizado en los últimos tiempos en Sabadell o en Dos Hermanas. Además, los patrocinadores tampoco se han vuelto locos con este deporte minoritario, pese a una victoria de este calibre. El Sabadell ya tenía desde hace unos pocos años patrocinadores de renombre, pero no ha habido nuevas llamadas tras el Mundial, mientras que otros clubes más modestos como la Escuela Waterpolo Zaragoza seguirán sin sponsor porque sobreviven gracias al apoyo institucional y al pago de las cuotas por parte de los socios.
En el caso del club maño, el 50% del presupuesto depende de los pagos de los socios, de los que no se libran ni las propias jugadoras de División de Honor. Asimismo, Andrea Blas y sus compañeras merecen una mención especial. La campeona recibe una beca del Gobierno de Aragón y la beca ADO y entrena junto a sus compañeras cuatro horas, durante tres días a la semana, en doble sesión. Sin embargo, todas han visto como el déficit que soportaba la instalación donde jugaban ha producido su cierre.
Las medallas brillan, pero no solucionan ningún problema. Solo el ingenio de muchos clubes para llegar a acuerdos privados y disputar varios partidos en una semana para aprovechar los viajes a Barcelona o cualquier otro lugar donde se concentren varios equipos ayuda a cuadrar las cuentas. A algunos modestos les gusta jugar el sábado un partido de ‘su liga’ para enfrentarse el domingo al Sabadell porque reconocen que no tienen ni una sola posibilidad de vencerles.
Los éxitos deportivos no han cambiado la mala situación
Por suerte, la plata en los Juegos de Londres y el oro en los Mundiales de Barcelona sí han tenido un impacto positivo sobre el waterpolo. En los últimos tiempos, se ha notado un ligero incremento de niñas que se han acercado a los clubes interesadas en empezar a practicar este deporte, aunque el aumento ha sido mucho más discreto que la fiebre que ha despertado el triunfo de la vistosidad de la sincronizada.
Con todo esto, las chicas lo tendrán relativamente bien mientras sigan en la selección ya que compaginan estudios universitarios con carreras como waterpolistas. El problema lo tendrán cuando la selección deje de contar con alguna de ellas, las posibilidades de volver son escasas para las que juegan en los equipos más modestos porque alguna se tendría que retirar en busca de un futuro económico sin el apoyo de sus familias.
Sin embargo, lo realmente duro es que una jugadora tenga que renunciar a su sueño, cuando lo mejor podría estar por llegar. Casos como los de los futbolistas Víctor Valdés y Marcos Senna, que debutaron con España con 28 y 30 años respectivamente, son muy complicados en waterpolo femenino porque las chicas tienen que abandonar lo que más les gusta para poder ganarse la vida, si no explotan pronto su talento.
Un milagro que se debe exclusivamente al talento y a la dedicación de una generación irrepetible
Justo en el momento en el que su plenitud llega, cuando tienen más fuerza y envergadura, la situación les obliga a abandonar. En este tipo de deportes, si se explota tarde ya no sirve. España ganó un Mundial, pero los responsables de la adjudicación de las ayudas saben que esto fue un milagro que se debe exclusivamente al talento y a la dedicación de una generación irrepetible. Sin dinero será difícil mantener un campeonato competitivo. Pierde el deporte.
Por suerte para los clubes españoles, la situación en el resto del mundo no es mucho mejor. La crisis europea ha golpeado duramente al waterpolo. Italia y Grecia que eran países con ligas fuertes ya no tienen dinero para atraer ni siquiera a los chicos y Rusia es un destino demasiado poco apetecible para unos deportistas que ganarían unos 1.000 euros, una cifra que multiplica sus ingresos aquí, pero que no compensa para dejarlo todo.
Por supuesto, las jugadoras de waterpolo no se mueven por dinero. La mayoría de clubes basa sus plantillas en las canteras o contrata a jugadoras de equipos cercanos, mientras que el Sabadell hace lo mismo, con la salvedad de que se puede permitir el lujo de contratar a las mejores del mundo para algunas posiciones estratégicas. El club piensa que es difícil mejorar lo que tienen en casa, pero han conseguido contratar a las estrellas de Hungría y Estados Unidos, atrayéndolas con un proyecto deportivo difícil de igualar.
Un panorama con distintos tonos de gris
Por encima de todo, el waterpolo nacional femenino es un mundo de contrastes. Primero porque la cara que muestra el Sabadell es muy diferente a la del resto. Después, por el diferente trato que reciben los equipos de las administraciones locales. Por ejemplo, el Waterpolo Dos Hermanas tiene la suerte de contar con un gran apoyo de su Ayuntamiento y Comunidad, aunque la crisis también les haya pasado factura, mientras que en Madrid el interés de las instituciones por las chicas es muy reducido.
El Club Natación Moscardó tiene que soportar un periodo de inestabilidad tremendo porque las ayudas no cubren ni un tercio del presupuesto, mientras tienen muchos problemas para encontrar calles donde entrenar. Gestionan unas instalaciones,  con un convenio que está en el limbo, donde no pueden tener socios ni patrocinadores.